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miércoles, 18 de mayo de 2016

Incapacitada mental

Actualmente llevo 3 años trabajando y jamás había necesitado una incapacidad por enfermedad y mucho menos por el Trastorno Bipolar. Durante mucho tiempo intenté estar bien, llegué a faltar de vez en cuando sólo en casos extremos donde mí mente se bloqueaba y ocupaba un leve descanso de esa vida aparentemente normal; pero llegó el día en el que ya no pude más. Así es, por más que quise despertar, salir de la cama, bañarme, comer algo y trabajar. Jamás sucedió, acumulé las suficientes inasistencias para que me buscarán en mí trabajo, llegó el punto donde ellos se preocuparon y tuve que salir de mí confortable burbuja para correr a aclarar todo. Créanme no fue nada sencillo, primero tener que escuchar regaños y que me cuestionaran. Sinceramente no voy a mentir, no sabía por donde empezar; ¿en que momento pasó todo esto? No tenía el valor de confesar que simplemente tuve una enorme recaída y nada me ayudaba a salir de ella. Era completamente vergonzoso, nadie sabía que esa compañera llamada Consuelo, la chica callada, tímida y a veces sonriente tenía una enfermedad mental; me las arreglé bien por tres años para evitar dar a conocer eso pero hasta el mejor actor a veces no puede con el papel.

Alguna vez mencioné que soy enfermera y obviamente trabajo en un hospital; tuve que visitar de manera urgente a la psiquiatra del mismo. Gracias a Dios ella es muy buena persona y bastante amable. Alguna vez comenté con ella mí padecimiento pero jamás la consulté y creo que ese fue mí error, estuve con el mismo tratamiento durante todo ese tiempo y bueno, ya no me funcionaba.

Afortunadamente, me atendió, me ayudó y técnicamente me obligó a irme de incapacidad. Digo que me obligó porque sinceramente ocupo trabajar y cuando nos dan incapacidad nos quitan bastante de nuestro salario normal. La ventaja fue que pude descansar y tolerar el nuevo tratamiento, el fin de la incapacidad era ese.

Todo esto ocurrió por vergüenza, por no querer que supieran que soy una enferma mental porque aunque no lo crean hasta en un hospital aún es un tabú y la gente habla despectivamente sin saber siquiera por qué te está viendo psiquiatría.

Otro día, otra oportunidad de conseguir la estabilidad.

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3 comentarios:

  1. Entiendo cómo cuesta decir que se padece de tal o cual "enfermedad" o estado... está mal visto decir que padeces de una enfermedad mental y me imagino más aun en el medio médico en el que te mueves, que creo a veces juzga más... a mí me pasó.
    Que bueno que finalmente pudiste hablar con un especialista que fue consecuente y supo tratarte.
    A mí la verdad no me parece agradable andar gritándolo a todo el mundo el nombre de mi "enfermedad", pero es algo con lo que debo vivir, solo espero que no me juzguen, que no se asusten y sobre todo que me vean como un ser...
    He leído ya tus entradas anteriores, y me agrada sobre todo leerlas de una mujer, ya que generalmente los que escriben son hombres.
    Un abrazo y gracias por compartir lo que vives.

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    1. Es bastante complicado esto de aparentar pero sólo así logramos camuflarnos y que nadie nos moleste. Me da gusto que me leas aunque la mayoría de mis entradas no tengan pies ni cabeza. Gracias de verdad, saludos.

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  2. Tan de acuerdo, yo también aprendí a no ventilar mi diagnóstico, la verdad es que a pesar de que estamos en tiempos "modernos" y se habla más de la enfermedad mental, el tema no es entendido.
    En mi primera crisis depresiva trabajaba con médicos, cada uno con especialidades y hasta subespecialidades y sabes... pensé que ellos entenderían lo que me sucedía, pero no. Su rechazo, mal trato fue terrible. Uno de ellos llegó a gritarme que yo era una loca... la loca que fue su mano derecha y organizó su oficia, la misma que lograba llenar auditorios y conseguir auspicios impresionantes, esa era la loca a la que hizo que la cambiaran varias veces de puesto laborar y que incluso pidió a la jefe de personal que cambiara mi horario de almuerzo para que no pudiera compartir con mis compañeras de trabajo, y mejor ni sigo hablando.
    Quienes saben ahora de mi BP, pues mis padres, hermanos y pareja, decidí no andar con el cartelito, aprendí también a pedir ayuda y a no abandonar mi tratamiento, y también recordé que si alguien que te tiene aprecio te ve en crisis y se aleja no puedo ni debo juzgarlo porque no es fácil entender que sucede con esa persona "normal" con la que habías estado tratando, no es fácil dejar de asustarte y mucho menos debe ser fácil no saber que hacer y tampoco querer enterarte.
    Yo no la juzgué, dejé que se alejara, incluso que no volviera a pasar por mi calle, y si lo hace que me salude desde lejos, agradezco lo que fue en mi vida y lo que me ayudó en su momento sin saberlo.

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